Lo peor de cuando muere un ser amado es ver cómo se detiene tu mundo.
Ver que el dolor es desgarrador, y congelante, pero ves que nada ni nadie más se detiene. El mundo sigue igual. La gente, las fiestas, no hay tiempo de respirar, todo es rápido y frío.
Ver que la vida se va sin mirar, ver que se lleva a quien quiera, y lo mas bizarro que puede pasar como obra de solidaridad es ver el suceso en las noticias, maldita caja idiota, mientras los periodistas insolentes tratan de clavar sus micrófonos en el daño y la herida fresca.
Un pésame lejano de un desconocido duele, porque no sabe nada. Las críticas, las discusiones de imbéciles que no saben nada, duelen.
Ver llorar a tu hija por un perdida, ver el sufrimiento de tus seres amados, el dolor, la pérdida, y ver que el resto sigue y sigue duele.
No hay tiempo, no hay espacio, no hay consuelo. La tele debe seguir, el copete, el carrete, tu trabajo, todo sigue, ya lo dejaron a él atrás. Pero siempre estarás en mi recuerdo, pequeño, y en mi recuerdo eres inmortal.