viernes, 5 de marzo de 2021

Sol

 Cuando tenía 13, en un campamento de verano,  conocí un niño dorado.

Se llamaba Vicente, y tenia los ojos y el pelo de un miel suave, al igual que su piel.

Hablaba de animales y plantas, me entretuve hablando con el hasta tarde, y así unos días mas.

Jamás le dije que me gustaba, yo supuso que yo no le gusté así que mejor no hable.

Pero realmente no hubiera echo nada, porque hay personas bonitas que es mejor mirarlas como si fueran obras de arte caminando.

Llegaba a mi carpa en la noche y pensaba en él mientras escuchaba The Cure.

Pensaba en los trigales, pensaba en el atardecer y pensaba en el olor a verano de su piel.

Esa persona que conocí, seguro cambio, seguro es otro ahora, y no lo quiero saber. 

Quiero quedarme con el pequeño flechazo con un niño de oro, que en ese momento lo que mas le preocupaba era crear una trampa de osos, o pescar con los anzuelos que hacia con ramitas.

Jamás supe de él, jamás lo buscaré, pero conservo ese pequeño recuerdo.

Cuando tenía 13, en un campamento de verano, conocí a un niño de dorado, que nació y murió en ese lugar.