Ellas están en la bruma.
Danzan, danzan, danzan, sus rostros se vuelven calaveras.
Danzan, danzan, danzan, se vuelven espumas, se vuelven polvo.
Luego una sonrisa, y me amarran en sus brazos.
Luego una sonrisa, y me ahogo, me ahogo con mi cabello.
Sal y ve afuera, esta sobre nosotros esa red.
Las ves brillar, y la vez en sus ojos, y luego tu eres sus ojos, y sus ojos son bocas, son ramas, son cartas.
Cartas que se lleva el viento, cartas que no escribiste, cartas que no enviaste,
Mis manos salen corriendo, abajo hay otra cosa, creo que soy yo, mi real yo.
Se esconde y me sonríe, quien me sonríe? soy yo? no, es otra persona.
No sonríe, se atrapa, esta entre sus manos, y se cae.
Giran, se ríen, caen, gracias, donde estoy?
Tengo vértigo, pero en este lugar no hay dolor.
Y las paredes se descorren, y veo que hay detrás, no, nunca lo creerías.
El plástico se vuelve pequeño, grande, los átomos bailan en la punta de tu nariz.
Creo que hay un gato que saluda, si lo miras mucho se transforma en pared, y luego en gato, y luego pared de nuevo.
Todo empieza a calmarse.
Fresca brisa de la mañana (o medio día), se calma, toman sus lugares las sillas y vuelven a ser sillas.
Se detiene, me acuesto, observo, suspiro. Te extraño.